En busca del caballo de Troya y de la ciudad perdida

5 abril, 2009
Fotografía:Mark Abel

Fotografía:Mark Abel

¿Recuerdan aquel famoso caballo de madera que logró  conquistar la ciudad de Troya después de diez años de largo asedio por parte de los griegos?. Tanto Homero como Virgilio, lo refieren en las famosas ‘La Odisea’ y ‘La Eneida‘. Durante muchísimo tiempo se pensó a pies juntillas que la ciudad nunca existió hasta que en 1871, un empecinado arqueológo, Heinrich Schliemann, la descubrió. Hoy, sus ruinas reciben a miles de visitantes en la ciudad de Hisarlik, en Turquía.

Los restos de aquella legendaria urbe fueron desvelados después de insistentes excavaciones que confirmaron la existencia de hasta nueve yacimientos,  de más de tres mil años de antigüedad. Tras comprobar su autenticidad, la UNESCO la declaró Patrimonio de la humanidad en 1998.

Fotografía: Philipdowney

Fotografía: Philipdowney

Durante milenios, la ciudad fue sometida a constantes intentos para ser invadida. Sin embargo, su situación geográfica, junto al estrecho de los Dardanelos, frente a la isla de Ténedos, donde el viento azota con fureza la costa, se convirtió en un impedimento para lograr la victoria hasta que lo consiguió Heracles.

Luego, tras devastarla, Troya padeció  (aunque no hay documentos históricos definitivos que lo confirmen), una cruenta guerra que finalizó con la invasión griega, gracias al empeño de Ulises y de su ‘invento ecuestre’. Unas inscripciones halladas en las colinas de Hisarlik dio la pista a los arqueológos para comenzar los trabajos de excavación en esta zona.

Fotografía: Philipdowney

Fotografía: Philipdowney

Uno de los hallazgos más fascinantes fue el Tesoro de Príamo, escondido tras una puerta de madera. El explorador alemán lo recuperó aprovechando que sus empleados comían tranquilamente, para evitar que pudiera ser robado. Tras un litigio con el gobierno griego, las piezas, de cobre y oro, entre ellas un escudo, fueron depositadas en Berlín, sin embargo la II Guerra Mundial, las dejó en paradero desconocido, hasta que en 1993, se encontraron en el Museo Pushkin, de Moscú.

Vía|Wikipedia

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