Fotografía: sterin
Berlín es una ciudad fantástica. Encuentras lo más insospechado. Desde visitar un bunker, con el propósito de disfrutar de una ‘agradable’ cena en un restaurante a metros bajo tierra, a alojarte en el que es, al parecer, el hotel más insólito de la ciudad, y probablemente del mundo. En ‘The Propeller Island’, (algo así como ‘la Isla de la hélice’), dormir en una de sus habitaciones es toda una aventura, y si no, compruebénlo.
La imaginación preside cada una de las estancias del hotel, en apariencia bastante ‘normalito’ pero que se transforma nada más poner un pie en la recepción, si puede llamarse así porque en este establecimiento nada es lo que parece.
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Resulta que un buen día, Lars Stroschen , famoso DJ, pensó que sería interesante crear un concepto de hotel distinto a lo que hasta ese momento imperaba, mediante la idea de ‘arte habitable’ y, precisamente su experimento resultó del todo exitoso. Un universo de mundos posibles limitados en lo físico por las cuatro paredes de la estancia, (todas son distintas), pero que dispara la creatividad de forma insospechada.
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El hotel más extravagante del mundo tiene sus reglas. Stroschen, padre de la criatura, la quiere proteger a costa de lo que sea, y exige al cliente que cumpla con una serie de normas. La primera y más importante: dejar la habitación como estaba. Y es que, cada una está diseñada y decorada por el propio artista con tanto mimo que espera igual comportamiento del que ose alojarse.
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Habitaciones temáticas para huéspedes poco convencionales: bohemios, culturitas, ‘frikis’ y modernos, curiosos…si reúne estos requistos y puede costear unos 100 euros por noche, sólo tiene que reservar con tiempo en su página web y elegir las tres habitaciones que más les sugieran.
Y la verdad, no tienen desperdicio: la ‘knast’ para amantes de ‘Prision Break’, la ‘Therapie’, para seguidores de la serie hospital y amantes de la bata blanca, para los que viven ‘al revés’, la ‘Upside Down’ les ayudará a dormir, y en la ‘Gummizelle’, totalmente insonorizada, se asegura que puede oir incluso los latidos de su corazón. Así hasta una lista de cuarenta. (El título del vídeo está equivocado, que se sepa aún no ha abierto otro ‘Propeller Island’ en Londres).
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