Fotografía: RIOMANSO
Una de las cosas maravillosas de vivir en un planeta como este, es la posibilidad de disfrutar de rincones tan diferentes y sobrecogedores, que, en ocasiones, nuestra capacidad de asimilación puede llegar a verse amenazada. Los heisseres de Islandia, la selva del Amazonas, la estepa rusa, el desierto árabe o las montañas alpinas, paisajes tan diferentes, pero tan mágicos que se nos graban en el corazón. Pero, para viajes que se graban en el corazón, pocos como unas vacaciones en el verano austral de la Antártida.
El continente helado, un destino del que no muchos viajeros han disfrutado hasta el momento, ofrece todo un abanico de espectáculos naturales difícil de igualar. Actualmente la oferta de cruceros, de entre ocho días y tres semanas de duración, para hacer un recorrido por la Antártida es destacada, pero sin haber cruzado el límite del turismo de masas.
Fotografía: Javier Paredes
El enfoque, hasta el momento, es más naturalista, y el hecho de que sea la propia National Geographic una de las promotoras de los viajes, da una cierta idea del tono de este tipo de viajes. Los cruceros cuentan con todas las comodidades precisas, pero el enfoque es para un viajero más movido por el interés y el conocimiento que por la oferta lúdica. Obviamente no nos vamos a encontrar discotecas ni bares.
Lo que sí nos vamos a encontrar, y nos dejará sin respiración, serán canales en medio de montañas de hielo, fiordos, costas cubiertas de pingüinos y focas, el avistamiento de ballenas o hacer pie en el continente helado y respirar un oxígeno que revitalizará cada una de nuestras células.
