El puente de la reconciliación de Mostar

28 marzo, 2010

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La historia de la humanidad siempre ha estado marcada por enfrentamientos de hombres contra hombres. Las guerras han sido y siguen siendo un drama para las personas que las viven y un entretenimiento para aquellas que las observan desde una distancia prudencial. Lo más preocupante es que siempre hay una guerra de la que hablar.

De entre todas las barbaries bélicas que me han entretenido, el conflicto de Bosnia Herzegovina me ha impactado especialmente, quizás porque ha sido la guerra más cercana al sosegado país en el que vivo. En el contexto de esta guerra fratricida, el enfrentamiento que tuvo lugar en la ciudad bosnia de Mostar ha despertado en mí un especial interés por el importantísimo papel simbólico que desempeñó un puente, el Stari Most.

Habíamos tomado un tren en Sarajevo que debía dejarnos en Mostar en un par de horas. Nada más bajarnos del convoy, una joven se acercó a nosotros para ofrecernos cama en la casa de una anciana. Al tratarse de una casa particular el precio del alojamiento fue bastante más económico que el que nos hubieran ofertado en un hotel. Dejamos nuestras mochilas y salimos a conocer la ciudad.

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Aunque habían pasado más de dos lustros desde el fin de la contienda aun se podían observar las cicatrices de este enfrentamiento en los muros de los edificios. Por doquier, los impactos de los proyectiles salpicaban las fachadas de las viviendas y se mantenían en pie algunos inmuebles completamente derruidos por la artillería, quizás para que nunca se olviden las atrocidades que se cometen en las guerras.

De pronto, nos topamos con el puente que separa y une al mismo tiempo a las dos comunidades que protagonizaron los enfrentamientos del 93: los católicos croatas que viven al oeste del puente y los bosnios musulmanes que residen al este. Este puente fue levantado en el siglo XVI y actualmente es el símbolo de la concordia entre las dos comunidades religiosas.

Durante los la guerra, los militares Croatas volaron por los aires este puente para dejar incomunicados a los musulmanes bosnios. Al término de la guerra la paz quedó sellada con el levantamiento del puente que estrecharía a las dos comunidades beligerantes. Ahora la convivencia es plena y poco a poco van cicatrizando las heridas.

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Recorrimos los bloques de piedra del Stari Most para pasar al territorio croata por encima del río Neretva y nos encontramos con una escena ejemplar: bosnios y croatas habían convertido el lugar en un centro de reunión. Los vecinos de Mostar se juntaban bajo el puente para tomar una cerveza, darse un chapuzón en el Neretva o simplemente charlar sobre el último partido de su equipo de fútbol. Las huellas del pasado estaban desapareciendo.

Me emocioné al contemplar aquel revuelo de gente y quise unirme. Era la hora de comer y casualmente habíamos llevado con nosotros el camping gas, de modo que fuimos a por unas cervezas e improvisamos un picnic en la orilla del río. Incluso nos dimos un valiente chapuzón en las gélidas aguas del río.

Luego nos enteramos de que en aquel lugar era el escenario de una importante tradición que une a bosnios y croatas: el salto al río Neretva desde el Stari Most. Los jóvenes más aguerridos de ambas comunidades étnicas se arrojan al río desde una altura de 27 metros entre aplausos y vítores. Un pequeño gesto que ayuda a olvidar lo pasó y que nunca debió pasar.

David Nogales

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