Zanzíbar es un tesoro que espera ser descubierto

20 enero, 2012

zanzibar hotel

La puesta de sol en la playa del Paradise Beach Resort es magnífica; mientras me sirven un cocktail, mojo mis pies en las increíbles aguas turquesas del océano Índico y pienso en los últimos días en Zanzíbar.

Lo primero que me llamó la atención fue la calidez con la que nos recibieron; la sonrisa es la seña de identidad de sus gentes, me podría pasar horas mirando a sus niños jugando en sus calles o viendo a sus mujeres ataviadas con sus trajes tradicionales de ricos colores en alguno de los numerosos mercados de la capital.

Desde el momento que puse los pies en Stone Town supe que estaba en un sitio diferente; declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO la parte antigua de la ciudad de Zanzíbar parece haberse detenido en el tiempo. Sus estrechas y retorcidas calles y sus edificios me mostraron su prospero pasado y sitios como la Casa de las Maravillas, la Casa del doctor Livingstone, su catedral, o su antiguo mercado de esclavos son testigos de su historia.

La isla huele a clavo, a canela, a cardamomo…. A día de hoy se le sigue conociendo como la isla de las especias ya que fue un poderoso centro mercantil del cultivo y comercio de las mismas.

Una de las actividades obligadas y que más me gusto fue la excursión a la selva de Jozani que es la mayor extensión forestal de la isla y hábitat de su especie endémica más importante, el simpático mono colobus rojo siempre dispuestos a jugar con nosotros, también fue la casa del leopardo de Zanzíbar especie extinguida por la caza indiscriminada del ser humano, hay gente que dice que todavía quedan ejemplares y ese es el motivo por el cual no se puede entrar en la selva cuando cae el sol.

playa de zanzibar

Mención aparte merecen sus kilométricas playas de arena blanca las cuales se encuentran entre las mejores del mundo (y no es una exageración!!!!!!) muchas de ellas se encuentran intercaladas entre aldeas de pescadores bañadas por las cálidas aguas del Índico y jalonadas por esbeltas y majestuosas palmeras. Una vez en ellas el único sonido que se escuchaba eran las aguas del océano.

Todos tenemos una idea del paraíso; yo el mío ya lo he encontrado.

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