Los bosques, si ellos no sobreviven, nosotros tampoco

17 abril, 2014
bosque

Fotografía de John Fowler

De acuerdo con datos de la Universidad de Maryland, durante los últimos doce años el planeta ha perdido 2,3 millones de kilómetros cuadrados de bosques (el equivalente a cincuenta campos de fútbol cada minuto de cada día).  El gobierno brasileño denunció a finales del pasado año que, tan solo en la Amazonia brasileña, la deforestación aumentó un 28% entre agosto de 2012 y julio de 2013. Según Izabella Teixeira, la ministra de medio ambiente, esa información fue confirmada por imágenes vía satélite.

Con motivo de la celebración del Día Internacional de los Bosques, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló recientemente que “los bosques son el pulmón de nuestro planeta (…) albergan el 80% de la biodiversidad de la Tierra. Son cruciales para  dar respuesta a la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria y la mitigación del cambio climático, entre otros imperativos del desarrollo sostenible“.

Es en América Latina y el Caribe donde se encuentra la quinta parte de los bosques del mundo, aproximadamente 860 millones de hectáreas. Y es también allí, concretamente en la provincia argentina de Misiones donde Gustavo Zurita, un biólogo especializado en ecología y Hugo Fassola, un ingeniero forestal, están efectuando una investigación sobre el desarrollo sostenible de las plantaciones forestales.

Zurita lleva más de dos años investigando la simbiosis entre la biodiversidad nativa y las plantaciones forestales. “El bosque nativo brinda servicios como la generación de nutrientes y organismos descomponedores, que son aprovechados por las plantaciones forestales. Esto nos lleva a valorar la biodiversidad no solo en sí misma, sino también por las funciones que desempeña”, explica.

Fassola cree que producción y conservación son compatibles, y busca optimizar el aprovechamiento de la madera. Lo mismo piensa Zurita, cuya investigación contribuirá a garantizar la conservación de la biodiversidad nativa.

Solo el tiempo dirá si estas loables iniciativas consiguen su objetivo. Sea como fuere, es bueno pararse a pensar en el legado que estamos dejando para las generaciones futuras y preguntarnos qué podemos hacer individualmente para mejorar la situación.

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